Al analizar la pregunta, “Cuál es el valor más importante que debemos tener los guatemaltecos?”, empecé escribiendo sobre la Empatía, ese valor tan difícil de sentir sinceramente.
La empatía… esa gran habilidad de sufrir en carne propia los problemas, tragedias o injusticias que afectan la vida de alguien más; o a la vez, esa gran habilidad de compartir los logros y triunfos del esfuerzo y trabajo de alguien más.
Es la empatía real, la que al crecer y madurar, se convierte en amor hacia el prójimo. Es la empatía real la que nos obliga a involucrarnos en los problemas de los demás; y la que nos empuja a dedicarle tiempo y esfuerzo a una buena causa. Es la misma que finalmente borra cualquier sombra de indiferencia que pueda haber en nuestro corazón. La Empatía es un valor que se opone al egoísmo, y que nos enseña a pensar en grupo.
Lamentablemente, la Empatía es un valor que requiere de mucha paciencia porque sus resultados sociales son a mediano y largo plazo.
Fue esa última realización la que me hizo reflexionar en que es muy difícil contagiar la empatía en un país extremamente dividido por ideologías y actitudes contrastantes. Es muy difícil querer ayudar a alguien más, cuándo no tenemos nada que nos una a esas personas, cuándo no tenemos nada en común. Y además es muy difícil querer ayudar a alguien, si nosotros mismo no estamos completos – y lamentablemente muchos guatemaltecos hoy en día que no estamos “completos”.
Pero si para empezar, todos tuviéramos algo en común, por ejemplo Integridad en nuestros actos diarios, sería más fácil sentirnos unificados como grupo, y querer ayudar a otras personas, que también actúan correctamente.
La Relatividad Moral, es un mal contagioso de nuestra época, y creo que necesitamos regresar a los valores básicos, como individuos, para poder crear una sociedad diferente; un grupo de personas integras y productivas que puedan trabajar por el bien común y compartir el deseo de querer ayudarse.
Creo que todos los guatemaltecos necesitamos practicar exigentemente la Integridad: En nuestras vidas personales y profesionales, todos los días.
Necesitamos integridad en cada decisión diaria, para poder exigir en otros los valores que nosotros ya practiquemos. En otras palabras, tenemos que actuar según lo que predicamos: Necesitamos integridad para hacer lo que decimos, cumplir lo que ofrecemos, y actuar como queremos que los demás actúen con nosotros. Necesitamos integridad para respetar las leyes, para hacer negocios justos, para respetar los derechos de otros, y para dejar de buscar solamente la conveniencia propia.
Si ya practicamos la integridad día a día, entonces creo que como individuos vamos por el camino correcto; y pienso que nos tocaría contagiar, con nuestro ejemplo, a las personas alrededor nuestro, para lograr unificar a nuestro país con un valor individual inicial: La convicción de querer hacer las cosas correctamente siempre.
Patricia González B. de Starrs