“No entones las alabanzas divinas solo con la voz, acompaña también la voz con las obras. Si cantas solo con la voz, por fuerza tendrás al fin que callar; canta con la vida para no callar jamás”. San Agustín de Hipona
Siendo el valor esa cualidad que debe observarse en la persona para que se logre la paz y bien común que tanto se anhela en nuestro país, considero que no obstante se debe luchar día a día por la obtención de la mayor cantidad de valores posible para incorporar en nuestra personalidad y carácter de forma integral, el valor más importante es el de la prudencia. No entendida ésta como tener precaución o el deber de cuidado sino sensatez, buen juicio para discernir y distinguir lo que es bueno de lo malo, y sobre todo, la fortaleza para seguir lo primero y rehuir lo segundo.
La persona que posee el hábito de pensar y actuar prudentemente es capaz de cumplir con sus deberes en cualquier ámbito (familiar, laboral, social, etc.), sin dejarse llevar por falsas promesas y campañas políticas llenas de falacias, entre otras. Así como un juez no puede dictar una resolución fundada en valores si él como persona no posee ningún valor, así los ciudadanos no podremos emitir crítica alguna, si no iniciamos con la práctica de la prudencia y demás valores de forma reiterada en cualquier parte y todo momento de nuestra vida, convirtiéndonos en agentes de cambio y ejemplo para los demás.
Es por ello que debemos practicar la prudencia, pues es la que dirige los demás valores al mostrarnos lo bueno en saludar con amabilidad a los demás, no arrojar basura en la calle, conducir con respeto y precaución, ser puntuales, etc.
“Las palabras convencen, el ejemplo arrastra”.- Autor desconocido
-Magalí González
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